Creo que en Eventi podemos presumir de ser una de las pocas agencias de azafatas que cada cierto tiempo imparte cursos de formación a su personal. Y cuando hablo de cursos de formación, no hablo sólo de conocmientos en ceremonial, en protocolo, o en planificación, hablo de algo tanto o más importante como es la formación en primeros auxilios.
Muchas veces, cuando comentamos esto, nos dicen que tampoco es tan necesario que una azafata sepa practicar un masaje cardíaco, o intervenir ante un desvanecimiento, o evacuar la sede de un evento. Que aquí nunca pasa nada.
Y yo suelo responder con la cruda realidad: que sí pasan cosas, y que esas cosas pasan cuando menos lo esperamos y por lo tanto nos suelen coger desprevenidos o lo que es peor, desinformados.
Los incendios pasan en otros lados, los accidentes por superar aforos pasan en otros lados… los infartos, pasan en otros lados. YA.
Y luego resulta que aquí, en este lado, te encuentras noticias como esta o como esta otra y es entonces cuando te das cuenta que alguna de esas personas podrías ser tu, tu madre, tu padre, tu novio o novia… tu abuelo. Y es entonces cuando piensas que esto es aquí, si, si, aquí.
No digo que para ser azafata haya que ser médico, evidentemente, pero sí digo que todo el mundo, desde la infancia, debería tener unas nociones básicas: conocer el protocolo PAS, saber hacer una RCP, una maniobra de Heimlich, saber colocar en PLS o en Trendelemburg… Y recalco que todo esto debería ser materia escolar obligatoria (léase la noticia del segundo link, y no sólo el titular).
Está muy bien eso de aprender la historia de los faraones, o el teorema de Euler o la tabla periódica de elementos, pero no estaría de más que en los colegios se aprendiese a algo más que a preparar para la vida: que se aprendiese a salvarlas.
Sobre primeros auxilios en Eventi llevamos ya 4 cursos: primeros auxilios básicos y técnicas de evacuación de eventos, y estamos buscando fecha para el siguiente en el que además, incluiremos manejo de DESA (desfibriladores semi-automáticos).
Ojalá nunca tengamos que aplicar esos conocimientos ni en el ámbito profesional ni en el privado de cada una de las azafatas; pero llegado el momento, sabremos actuar.
Porque desgraciadamente «esas cosas, sí que pasan».